Hay momentos en la vida en los que te sientes perdido. Cualquier dirección que tomas parece no significar nada para tu propio crecimiento o para el de las otras personas. Es un sentimiento que está caracterizado por ese vacío existencial y surge la aterradora pregunta ¿Para qué? o ¿De que sirve todo esto? Sucede a veces cuando perdemos interés en actividades que antes nos apasionaban.
Sin embargo es importante comprender que se trata de un proceso natural de la vida. Muchas veces nos vemos expuestos ante diferentes desafíos que nos obligan a ponernos a prueba. A veces implica sacrificar relaciones, trabajos, actividades y partes de nosotros mismos que caracterizan nuestra identidad en determinado momento. Carl Jung el psiquiatra Suizo describió este fenómeno como “la muerte del ego” y se manifiesta al transitar cambios importantes en nuestra vida. Por ejemplo la muerte de un ser querido, sacrificar una relación de pareja, cambiar de dirección profesional, etc. Lo describió como una muerte puesto que hay situaciones en las que nos vemos inclinados hacia sacrificar partes de nosotros mismos que en determinado momento nos traían seguridad porque formaban parte de nuestra identidad. Sin embargo el sacrificio de esa parte de nuestra identidad nos impulsa a crecer y desarrollarnos.
Es crucial comprender que, aunque los desafíos de la vida nos desacomodan, son realmente oportunidades para reconstruirnos. Aprovechando las partes de nosotros que prevalecen junto con las nuevas partes de nosotros que descubrimos en el proceso.
Toma por referencia una serpiente que sacrifica y regenera su piel, nuestro proceso de vida también está caracterizado por esa constante degeneración y regeneración de nuestra identidad. De tal modo que somos capaces de renacer cuando estamos dispuestos a dejar atrás la piel que ya no nos sirve.