Vivimos en una época en la que la información ha dejado de ser un recurso escaso. Al contrario, al estar conectados a internet a través de nuestros dispositivos móviles estamos sometidos a un incesante bombardeado de información. Esto representa un verdadero problema porque altera nuestra conciencia de manera casi imperceptible, puesto que no toda la información que consumimos es realmente enriquecedora o nos aporta algo valioso. Por ejemplo, al seguir las noticias de diversos medios de comunicación, extrañamente encontramos noticias positivas; generalmente la información se inclina hacia el polo negativo. Como consecuencia, este flujo constante de contenido adverso genera malestar y estrés.
La única manera en que he logrado distinguir el impacto que genera el bombardeo de información es por medio de mi profesión. Como terapeuta, al iniciar una sesión con mis consultantes he notado la importancia de mantener la mente clara, transparente y la conciencia enfocada para ofrecer el mejor servicio. Si continuara consumiendo información sin descanso, como solía hacerlo, mi mente estaría llena de ideas, pensamientos y malestar derivado del contenido que consumo. Naturalmente, esto me llevó a alejarme progresivamente de ciertos tipos de información y a establecer límites en cuanto a la cantidad y calidad de información que consumo.
A este proceso lo llamo «desinfoxicación» pues hace referencia a la desintoxicación necesaria de la información que nos bombardea y que tan solo nos convierte en el producto más preciado de los medios de comunicación. Mi recomendación es que analices de manera crítica la información que consumes, eligiendo aquella que verdaderamente te enriquezca y aporte a tu bienestar. Además, que establezcas límites con la información que afecta negativamente tu estado de ánimo. Recuerda que la información que consumes influye en como te sientes y seleccionar cuidadosamente el contenido que consumes es fundamental para mantener un equilibrio emocional estable.
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